Juan Valera.
Hijo de familia noble, fue
un hombre culto y refinado. Aunque empezó a escribir cuando casi tenía 50 años,
es uno de los escritores más destacados del realismo. Su obra, aunque escasa,
destaca por su perfección formal y buen gusto literario. Hombre inteligente que
supo mostrar en sus textos el equilibrio entre un escritor de ideología
conservadora y unos contenidos sin exceso de dogmatismo.
Su novela más conocida es Pepita Jiménez. Narra la
historia de un seminarista (estudiante de sacerdocio) que se enamora de una
joven con la que su padre viudo pensaba casarse. Al final triunfa común,
inspirado en el reformismo ilustrado del siglo XVIII.
José María Pereda.
Autor de prestigio en su momento, hoy es un novelista prácticamente olvidado. Su extensa obra narrativa la componen principalmente novelas de ambientación rural. Se enfrentó abiertamente con los escritores progresistas y muchas de sus novelas son respuestas literarias a los planteamientos de éstos y, por tanto, en defensa de la iglesia, los valores tradicionales y el conservadurismo político.
Autor de prestigio en su momento, hoy es un novelista prácticamente olvidado. Su extensa obra narrativa la componen principalmente novelas de ambientación rural. Se enfrentó abiertamente con los escritores progresistas y muchas de sus novelas son respuestas literarias a los planteamientos de éstos y, por tanto, en defensa de la iglesia, los valores tradicionales y el conservadurismo político.
Escribió sus mejores
obras en las últimas décadas del siglo, cuando dejó a un lado el realismo de
tesis (aunque su idea del
mundo no hubiera cambiado). Entre sus mejores novelas están: Sotileza (1885), epopeya de la noble y dura subsistencia de los pescadores en Santander; y Peñas Arriba, (1895), sobre la vida rural en la montaña cántabra.
mundo no hubiera cambiado). Entre sus mejores novelas están: Sotileza (1885), epopeya de la noble y dura subsistencia de los pescadores en Santander; y Peñas Arriba, (1895), sobre la vida rural en la montaña cántabra.
Hombre sin prejuicios
y de ideología progresista, trató en sus novelas de observar la realidad para
ofrecer “respuestas literarias” que ayudaran a resolver los males de España. Se
ocupó de todos los temas importantes y polémicos de aquella realidad a la que
tanto intentó describir de la manera más exacta posible. En sus novelas no hay
doctrinas morales ni tesis explicitas (excepto en su primera época), pero sí
una actitud crítica respecto a todos los problemas sociales de su tiempo, con
el ánimo de concienciar al lector para que reflexione sobre el mundo que
tiene a su alrededor. En este sentido, sus novelas plantean problemas comunes
como los político-religiosos; la contradicción entre lo tradicional y lo
liberal, etc. Y todo ello (de ahí su grandeza) sin descuidar el estudio
psicológico de sus personajes. Los personajes de las novelas de Galdós tienen
alma, visicitudes, historia… vida
propia. Dar vida al personaje es el reto de cualquier novelista, y en
este afán Galdós fue un maestro aún no superado.
Leopoldo Alas “Clarin”
Nació en Zamora, aunque pronto se trasladó a vivir a Oviedo, y siempre se sintió asturiano. Estudió Economía y llegó ser catedrático en la Universidad de Oviedo. Desde joven practicó el periodismo en artículos que firmaba como Clarín (sobrenombre por el que se le conoce hoy como escritor). Como articulista fue temido por sus implacables (pero acertadas) críticas literarias. Sufrió varias crisis personales que le condujeron a perder la fe y a convertirse en un convencido anticlerical. Tuvo ideas republicanas pero pronto se desengañó también de la política.
Nació en Zamora, aunque pronto se trasladó a vivir a Oviedo, y siempre se sintió asturiano. Estudió Economía y llegó ser catedrático en la Universidad de Oviedo. Desde joven practicó el periodismo en artículos que firmaba como Clarín (sobrenombre por el que se le conoce hoy como escritor). Como articulista fue temido por sus implacables (pero acertadas) críticas literarias. Sufrió varias crisis personales que le condujeron a perder la fe y a convertirse en un convencido anticlerical. Tuvo ideas republicanas pero pronto se desengañó también de la política.
Dominó el cuento y el relato breve; destacados son
relatos como Pipa (1879) y Adiós, Cordera. Pero sin duda, las
obras que le han dado la fama son las dos novelas que escribió: La
Regenta (1885) y Su único hijo (1895). La primera es una vasta
novela de técnica naturalista que retrata el ambiente de enfrentamiento
ideológico y político que vivía la sociedad española en ese momento, encarnado
en la disputa que por Ana Ozores (la Regenta) mantienen Fermín de Pas (el Magistral,
conservador) y Álvaro Mesía (jefe del partido
liberal). La obra es considerada, junto a Fortunata y Jacinta, de Galdós,
como la mejor del siglo XIX.
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