sábado, 31 de octubre de 2015

Principales autores del realismo

Juan Valera.
Hijo de familia noble, fue un hombre culto y refinado. Aunque empezó a escribir cuando casi tenía 50 años, es uno de los escritores más destacados del realismo. Su obra, aunque escasa, destaca por su perfección formal y buen gusto literario. Hombre inteligente que supo mostrar en sus textos el equilibrio entre un escritor de ideología conservadora y unos contenidos sin exceso de dogmatismo.

Su novela más conocida es Pepita Jiménez. Narra la historia de un seminarista (estudiante de sacerdocio) que se enamora de una joven con la que su padre viudo pensaba casarse. Al final triunfa común, inspirado en el reformismo ilustrado del siglo XVIII.
José  María Pereda.
 Autor
de prestigio en su momento, hoy es un novelista prácticamente olvidado. Su extensa obra narrativa la componen principalmente novelas de ambientación rural. Se enfrentó abiertamente con los escritores progresistas y muchas de sus novelas son respuestas literarias a los planteamientos de éstos y, por tanto, en  defensa de la iglesia, los valores tradicionales y el conservadurismo político.
Escribió sus mejores obras en las últimas décadas del siglo, cuando dejó a un lado el realismo de tesis (aunque su idea del
mundo no hubiera cambiado). Entre sus mejores novelas están: Sotileza (1885), epopeya de la noble y dura subsistencia de los pescadores en Santander; y Peñas Arriba, (1895), sobre la vida rural en la montaña cántabra.
Benito Pérez Galdós
Es el escritor más importante del realismo y uno de los novelistas españoles  más grandes de todos los tiempos. Estudió derecho pero se dedicó a la literatura desde muy joven. 
Hombre sin prejuicios y de ideología progresista, trató en sus novelas de observar la realidad para ofrecer “respuestas literarias” que ayudaran a resolver los males de España. Se ocupó de todos los temas importantes y polémicos de aquella realidad a la que tanto intentó describir de la manera más exacta posible. En sus novelas no hay doctrinas morales ni tesis explicitas (excepto en su primera época), pero sí una actitud crítica respecto a todos los problemas sociales de su tiempo, con el ánimo de concienciar  al lector para que reflexione sobre el mundo que tiene a su alrededor. En este sentido, sus novelas plantean problemas comunes como los político-religiosos; la contradicción entre lo tradicional y lo liberal, etc. Y todo ello (de ahí su grandeza) sin descuidar el estudio psicológico de sus personajes. Los personajes de las novelas de Galdós tienen alma, visicitudes, historia… vida propia. Dar vida al personaje es el reto de cualquier novelista,  y en este afán Galdós fue un maestro aún no superado.
Leopoldo Alas “Clarin
Nació
en Zamora, aunque pronto se trasladó a vivir a Oviedo, y siempre se sintió asturiano. Estudió Economía y llegó ser catedrático en la Universidad de Oviedo. Desde joven practicó el periodismo en artículos que firmaba como Clarín (sobrenombre por el que se le conoce hoy como escritor). Como articulista fue temido por sus implacables (pero acertadas) críticas literarias. Sufrió varias crisis personales que le condujeron a perder la fe y a convertirse en un convencido anticlerical. Tuvo ideas republicanas pero pronto se desengañó también de la política. 
Dominó el cuento y el relato breve; destacados son relatos como Pipa (1879) y Adiós, Cordera. Pero sin duda, las obras que le han dado la fama son las dos novelas que escribió: La Regenta (1885) y Su único hijo (1895). La primera es una vasta novela de técnica naturalista que retrata el ambiente de enfrentamiento ideológico y político que vivía la sociedad española en ese momento, encarnado en la disputa que por Ana Ozores (la Regenta) mantienen Fermín de Pas (el Magistral, conservador) y Álvaro Mesía (jefe del partido liberal). La obra es considerada, junto a Fortunata y Jacinta, de Galdós, como la mejor del siglo XIX.

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