sábado, 31 de octubre de 2015

Pintura y arquitectura (realismo y contemporánea)

En el transcurso de la primera mitad del siglo XIX, mientras el Neoclasicismo rivalizaba con el Romanticismo, el Realismo surgió como una nueva fuerza que dominaría la segunda mitad del siglo. El Realismo formó parte
inmediatamente del arte occidental. Durante el Renacimiento, los artistas superaron las limitaciones técnicas para representar con fidelidad la naturaleza. Pero en el Realismo, los artistas modificaron los temas e insistieron en la imitación precisa de las percepciones visuales sin alteración. Los artistas realistas buscaron en el mundo cotidiano y moderno, las principales características, distanciándose de temas sobre dioses, diosas y héroes del periodo clásico.
Campesinos y trabajadores urbanos fueron los nuevos protagonistas.


Pintura contemporánea es un término de la historiografía del arte utilizado de forma muy ambigua en la bibliografía, las instituciones y el mercado de arte, como ocurre con los de arte contemporáneo, escultura
contemporánea o arquitectura contemporánea. ...
El siglo XIX se apartaen realidad, de esa noción de periodicidad que constituye la trama cronológica de los siglos de la civilización occidental; pero la historia de los estilos, que constituye un subproducto de la ciencia histórica, es curiosamente una de las muchas
invenciones de aquella época, cuya mayor ambición, por no decir obsesión, fue la
de crear un estilo. Esta nueva necesidad derivó de multitud de factores surgidos de otras tantas rupturas de la tradición del siglo XVIII. La Revolución Industrial, económica y social que conmovió a Europa y a gran parte del mundo relegó a un segundo plano el acontecer político o cultural y se fue desarrollando inexorablemente una fase avanzada en cuanto a tecnología y tecnocracia. 
Fue el inicio de la era del maquinismo, de las grandes concentraciones urbanas, de los nuevos transportes mecanizados, de los intercambios, señalando una ruptura radical en
el desarrollo secular de nuestra civilización. Las nuevas técnicas industriales de construcción, el modo de financiación y de realización de los proyectos de las empresas capitalistas y el cambio de escala de la edificación urbana fueron en el siglo XIX algunas de las causas que exacerbaron las contradicciones propias del arte de construir. Por otro lado, tampoco el cambio de mentalidad se escapó de las contradicciones del siglo, puesto que, mientras se manifestaba la voluntad de adaptar la herencia del siglo de la Ilustración revisando el pasado en busca de
modelos intemporales de perfección estética y funcionalidad, se imponía también la necesidad de dominar esa invención nueva que es la idea de "progreso". 

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